Sunday, November 13, 2016

RENTA BÁSICA Y NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES



En la década de los 90 se instaura, en la Comunidad Vasca, lo más cercano a lo que denominamos la Renta Básica (RB): la Carta Social. Este nuevo “derecho económico social” respondía a una reivindicación de los distintos movimientos social, que, frente a los sindicatos de clase, luchaban por la instauración de ese derecho de ciudadanía.

Siempre hemos defendido la necesidad de dicho derecho, y lo hemos defendido inclinándonos por un modelo fuerte del mismo. Un derecho que permite la emancipación social y que creemos que debe ser conquistado por la colectividad y desde la sociedad civil, a pesar de ser un derecho individual
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Movimientos Sociales y Sindicatos

En plena Revolución Industrial apareció en Gran Bretaña el movimiento conocido como el cartismo. El movimiento obrero aparecía en la escena política reivindicando no sólo sus derechos económicos, sino también los políticos. En dicha etapa los sindicatos son movimientos sociales que buscaron el espacio público para ejercer el demos. Movimiento social, que junto a los primeros partidos de izquierda consiguieron desenmascarar al capitalismo naciente.

Con el tiempo el sindicalismo entra a formar parte del aparato del estado, sus direcciones se encuentran inmersos en el juego “democrático” de justificación del capitalismo. El mismo León Trotsky en un excelente análisis confirma que “hay una característica común, en el desarrollo, o para ser más exactos en la degeneración, de las modernas organizaciones sindicales de todo el mundo; su acercamiento y su vinculación cada vez más estrecha con el poder estatal” [Los sindicatos en la era de la decadencia capitalista]

Aunque no es el tema de este post, hay que decir que el análisis de Trotsky continúa siendo vigente en la etapa del capitalismo tardío. Pero a esto se debe añadir ahora el “abrazo a la ideología burguesa”. Ya no se utilizan los conceptos de clase, aceptando el neolenguaje burgués de globalización o mundialización. Sus direcciones burocratizadas se ven inmersas en la rueda de la maquinaria capitalista, no hablando ni propugnando ninguna alternativa al sistema, prefiriendo refundarlos para que tenga un “rostro humano”.

Es verdad que se han atisbado distintos movimientos que el pretenden que el sindicalismo recupere su carácter de clase; desde los Cobas, hasta las distintas luchas sociales del movimiento obrero (Delphi, Puertollano, la TBM, etc.)

Frente a lo dicho y ante la internacionalización del capital bajo el dominio de la ideología neoliberal han aparecido nuevos proletarios: los trabajadores pobres se encuentran sin derechos. Pero,además, nos encontramos con los “invisibles”, los “marginados”, los “excluidos”.

Nuevos Derechos

A lo largo del último tercio del Siglo XX, los Nuevos Movimientos Sociales reivindican una serie de nuevos derechos, entre los que sobresalen el derecho a la Renta Básica. Sin embargo, dicho derecho va a encontrar detractores, incluso en la “izquierda radical”. Daniel Bensaid nos dice que los defensores fervientes del “derecho de ciudadanía” o “asignación universal” provienen de otra perspectiva. Ya que defienden que sería necesario la emergencia de un sector “cuaternario” no mecanizable, de trabajo libre y de la integración social por las actividades socializantes por excelencia [ChristopheAguiton, Daniel Bensaid, Le retour de la question sociale]

Detrás de la crítica existe una parte de razón, ya que en principio los defensores del nuevo derecho pretendían sustituir la lógica productivista por la lógica de la actividad. Ahora bien, esto es lo que defendían los seguidores “liberales”, y por tanto los defensores de un “modelo débil” de la Renta Básica. La crítica tenía razón en el sentido de que no se puede separar la conquista de este nuevo derecho de la existencia del mercado de trabajo y de todo lo que ello conlleva. Por consiguiente, nunca se puede tomar la RB como un fin en si mismo. Por dicha razón, D. Bensaid concibe la RB como una especie de caridad frente el desempleo. Y vuelve a tener razón en su crítica al modelo débil liberal cuando en una obra posterior afirma que:  “En una lógica liberal, los ejercicios del cifraje de una asignación universal que sustituya a los mínimas sociales conduce a institucionalizar una nueva  plebe de excluidos, abocados en el mejor de los casos a la RMI y a los juegos televisados. La zanahoria de la renta universal se transforma entonces en máquina de guerra contra la seguridad social” [Daniel Bensaid, Le sourire du Spectre]

Este debate va a llegar hasta nuestros días. Debate entre un nuevo derecho y/o derecho al trabajo. Desde nuestra perspectiva no son contradictorios y diríamos incluso que podría llegar a ser complementarios en un programa económico radical. De todas formas, si el debate se produce, quizás sea porque desde la izquierda todavía nos encontramos inmersos en una lógica que no debería ser la nuestra. Y porque además estamos confundiendo el trabajo con el trabajo asalariado. Hemos aceptado la “lógica del capital” y la idea de la posibilidad de que algún día puede volver lo que durante los Años Glorioso del pacto keynesiano conocimos como “pleno empleo”.

Podríamos hablar de cómo ha evolucionado el “trabajo asalariado”; como un capitalismo senil ha “flexibilizado las relaciones sociales. Lo que ha supuesto un asalto al “bienestar” y una dejación de funciones por parte del Estado. Por decirlo de otra manera, de cómo una contractualidad central ha erosionado los derechos hasta convertirlos en mera caridad. El “derecho a la existencia” ha sido supeditado completamente al derecho sacrosanto de la propiedad. Este capitalismo senil ha hecho que el fordismorompa unilateralmente el “compromiso social” creando zonas de incertidumbre y de riesgo. Una ruptura que ha supuesto ante todo una profundización de las relaciones capitalistas produciéndose un punto de “no retorno”. Quizá por esto algunos economistas radicales [marxistas] opinan que es imposible la vuelta al “pleno empleo”. Es lo que nos dice Michel Hussonal final de uno de sus artículos: “El retorno a un capitalismo regulado (fordista, o keynesiano) es imposible sobre la base material, a saber, los incrementos de productividad superiores a su media histórica, están fuera de su alcance. El capitalismo neoliberal no ha conseguido llevar a cabo una nueva adecuación entre sus exigencias propias y la estructura de la demanda social. Por lo demás, la mundialización obstaculiza la coordinación entre las burguesías basada en algún tipo de compromiso hostil a las finanzas” [La teoría de las ondas largas y la crisis del capitalismo contemporáneo]

Este capitalismo senil ha desestabilizado la relación salarial, inclinando la balanza hacia otro tipo de relaciones que profundizan la dominación y el sometimiento del proletariado. Aunque no sea el eje de este post, queremos decir que el capitalismo senil ha profundizado la división entre el proletariado, creando nuevas capas que aparecen sin derechos: nos estamos refiriendo a lo que ya se conoce como el precariado.

Esto hace aparecer otro tipo de conflictividad en las relaciones sociales. El capitalismo se aprovecha atacando a la colectividad [al sindicato] y profundizando la individualización de las relaciones. El ataque al sindicalismo de clase se basa en la falacia de afirmar que aquellos “sólo defienden a los trabajadores fijos”. Por otra parte el capitalismo se aprovecha a su vez para chantajear al sindicato y a los trabajadores fijos, acusándoles de ser unos “privilegiados”.

La Lucha por la Renta Básica

Todo este proyecto del capitalismo tardío ha conllevado a erosionar las relaciones y a un retroceso de los derechos sociales. La creación de un desempleo estructural conduce a la ideología neoliberal (hoy dominante) a recurrir a la economía neoclásica, sobre todo a Malthus; a su concepción antropológica. Llegando a culpabilizar al parado. El parado es la “clase marginal”, la que puede ser excluida. Se vuelve invisible a esa clase obrera Y qué mejor que enfrentarla a la ola de “trabajadores pobres”. Y esto tiene un objetivo fundante para la nueva sociedad: “la cruzada neoliberal pasa por negar la existencia de la propia clase trabajadora, que durante tantos años ha luchado por sus derechos como una auténtica fuerza política. Para ello, se utilizan mensajes como el que dice que “todos somos clase media”. Naturalmente, ese “todos” excluye a las personas más desfavorecidas, que no podrían en ningún caso ser consideradas clase media por su situación, a todas luces marginal… La imagen que se venden sobre los pobres es que tienen un comportamiento irresponsable y reprobable que no se ajusta a los estilos de vida aceptados que comparte la respetable clase media” [Isabel Torre, La criminalización de la pobreza al servicio del neoliberalismo].

Es normal que dicha situación fuera a estalla. La socialdemocracia, desde la década de 1980 intenta remediar esta situación mediante la institucionalización de la Renta Mínima de Inserción (RMI), que son “subsidios familiares y condicionados a una contraprestación”. Subsidio que no superaba ni la “trampa del paro” ni la “trampa de la pobreza”.

La situación en el Reino de España todavía ha sido peor. No hay que olvidar que cuando la socialdemocracia francesa (en los 80) introduce la RMI la vincula a otra política de la izquierda como es la RTT. Cosa que no ocurrió por estos lares. Además, el Estado de las Autonomías resolvió que dicha política dependía de las distintas autonomías y no del Estado. Por otra parte, en parte por la nueva división del trabajo, que aceptamos con nuestra entrada en la UE, nuestra estructura productiva es más débil que países como Francia. Quizás por esto la flexibilidad del mercado laboral creó más distorsiones profundizada por las ETTs. Nuestra inserción en el mercado internacional permitió una bajada salarial profunda con la precarización de la vida.

Era preciso que llegara el enfrentamiento. La aparición del precario supone “un trabajo sin derechos, con incertidumbre y riesgo”. Los derechos laborales en peligro de extinción. De ahí que en el momento de la aparición del 15M y más tarde el 22M se abriera el horizonte. Las cosas ya no pueden continuar igual. Los indignados ocupan el espacio público exigiendo nuevos derechos ya que no son mercancías.

Desde esta perspectiva de los Nuevos Movimientos Sociales podemos hablar de nuevos derechos. Pero siempre partiendo que ni la Renta Básica ni el Trabajo Garantizado son la panacea, ni son un programa económico. Ya  Juventud Sin Futuro tenía clara las cosas cuando en su lucha contra el capitalismo senil defendían que  frente a este modelo de capitalismo basado en la especulación, se debe reivindicar que el acceso a la vivienda digna, entendido como alojamiento y no como propiedad, sea un derecho universal, reclamable y equiparado a otros derechos fundamentales como la educación y la sanidad

Es verdad que la RB tiene y tendrá detractores. Pero consideramos que todo puede cambiar. De hecho así ha sido. Pensadores marxistas como Alex Callinico, después de criticarla, sobre todo porque no consideraba que el “Principio de Diferencia fuera un principio de justicia adecuado para fundamentarla. Al mismo tiempo en su libro “Un Manifiesto Anticapitalista” vincula la introducción de la RBa toda una plataforma política entre la que incluye: la reducción de la semana laboral, el restablecimiento de los controles de capital y la defensa de los servicios públicos

Pero incluso en el panorama político español los compañeros de los círculos Podemos Por el Socialismo siguiendo el lema de Renta Básica o empleo vincula también la introducción de la RB a todo un programa económico entre lo que destacan: repudio de la deuda pública, reparto del empleo sin rebaja salarial, supresión de la precariedad, escala móvil de salarios, nacionalización de la banca y sectores estratégicos de la economía, etc.

En conclusión decir, que concebimos la RB como un nuevo derecho de ciudadanía que puede terminar con la pobreza. Un derecho que justificamos desde una teoría de la justicia más universal que la representada por la Teoría de la Justicia de Rawls. Nos referimos a una Teoría de la Justicia Social incluya tanto la justicia política, como la justicia social único modo de conseguir una libertad real que ponga los medios para una participación política en democracia.

Javier Méndez-Vigo


Sunday, October 09, 2016

RENTA BASICA Y ESTADO DE BIENESTAR



Es decir, ciudadanos independientes civilmente, que no tengan que pedir permiso a nadie para existir con dignidad. Desde luego, para cumplir este último requisito…, hacen falta condiciones materiales de existencia. [Carlos Fernández Liria]

En 1988 la revista Zona Abiertapublicó un número monográfico sobre el“Salario socialmínimo (garantizado) para todos. El eje de este número residía en un artículo de Robert J. van de VeenyPhlippe Van Parijs (Una vía capitalista al comunismo), donde los autores lanzaban la idea del Subsidio Universal como profundización de la renta garantizada.

No hay que olvidar el contexto sociopolítico en el que aparece dicho debate. En el Reino de España nos encontrábamos en el segundo gobierno del socialista Felipe González, cuando desde el Ministerios de economía se iniciaba la Reconversión Industrial (desindustrialización). En 1984 se produce la primera Reforma del Estatuto de los Trabajadores, es la época de la lucha por la reducción de jornada a 40 horas. Y en 1988 se convoca la primera Huelga General en contra de un gobierno socialista por el Plan de Empleo Juvenil. Huelga que supondría la ruptura del diálogo entre la UGT y el Gobierno de Felipe González. En dicho contexto es en el que aparece la idea de un Subsidio Universal.

En este primer momento Van Parijs nos decía: “Consecuentemente, si se quiere llegar al comunismo desde una sociedad capitalista, ha de hacerse aumentando todo lo posible la renta garantizada en la forma de un subsidio universal… Maximizar la renta garantizada en términos absolutos, podría justificarse sobre la base del conocido “principio de la diferencia” de John Rawls”

EB y Lucha contra la Pobreza

A partir de la década de los 80 los gobiernos socialdemócratas (en particular el francés) comienzan a implementar una nueva política de protección social. Hay que tener en cuenta que por esa misma época la derecha (el neoliberalismo) rompe unilateralmente el pacto keynesiano de postguerra e inician el “asalto al Estado del Bienestar”. Como bien dice EguzkUrteaga “la crisis del modelo fordista y las dos crisis petroleras de 1973 y 1979 provocan una crisis económica que sumergen al Estado en una crisis social de gran magnitud” Es la época en la que pensadores como A. Gorz ya nos hablaban del “Adios al proletariado”. Pero también es la época en el que el modelo productivo (fordista) quiebra y la economía oficial habla de “flexibilidad”- siempre referida, por cierto, al mercado de trabajo-. Hoy ya sabemos a dónde nos ha conducido: a la precariedad

Dicho ataque al mercado de trabajo supuso un retroceso en derechos sociales. La economía neoliberal lo que pretendía con la flexibilidad no era más que atacar a las cotizaciones (salario diferido) e iniciar el camino hacia el despido libre. Ya en otoños de 1983 se inician los “planes de emergencia” y en 1988 el gobierno socialdemócrata francés instaura la Renta Mínima de Inserción (RMI). Es este el modelo el que se importa al .futuro) y es que la RMI va a depender de cada autonomía.

Será la Comunidad Autónoma Vasca la que en 1989, con un Plan Integral de Lucha contra la Pobreza, introduce una Renta que se aproxima a la RB  y que denomina la Carta Social, mediante la que se implementa la RMI, que actualmente recibe el nombre de Renta de Garantía de Ingresos (RGI).

Ahora bien, el primer problema es que dicha RMI no iba a tener un cimiento estatal, sino que dependería de la buena voluntad (política) de cada comunidad. Por otra parte, determinadas comunidades profundizan en la confusión al asimilar este subsidio a la Renta Básica. Una primera diferencia que nunca se debería olvidar: mientras que la RMI es un subsidio, la RB es un derecho. Por otro lado al ser “condicional”, la RMI no supera la “trampa del paro” ni la “trampa de la pobreza”.

Es más, en la época de crisis estructura que estamos viviendo, dichas RMI están convirtiendo la protección social en una cuestión caritativa desde las instituciones (salvo la situación vasca). Mientras que desde la sociedad civil se camina hacia las Rentas Garantizadas.

La Lucha por la RB

La propuesta de la RB no es nueva. El mismo Van Parijs en su libro L’allocationuniversellese remonta al humanismo de Luis Vives o Tomas Moro y su Utopía. Sin embargo, si tuviéramos que remontar a la modernidad nos encontraríamos con los revolucionarios que remontar a la modernidad nos encontraríamos con los revolucionarios Thomas Paineo Robespièrre. Por otro lado, lo que proponen ambos pensadores es la posibilidad de la conquista de un derecho democrático ante la acumulación llevada por el capital. Como dice Laurent Geoffroy, al fin y al cabo “la ambición de ThomásPaine no es desmantelar la propiedad o abolir la miseria. La renta garantizada no debe ser el objeto de una transferencia monetaria masiva de los ricos a los pobres, sino la garantía de una seguridad otorgada a todos los hombres, cualesquiera que sean su nacimiento y su fortuna

A raíz del Asalto al Estado de Bienestar y del triunfo de la política económica neoliberal, dicha seguridad se quiebra.

En este momento que aparecen los subsidios como la RMI, IMI, etc. Por mucho que se les llames rentas, no son otra cosa que subsidios y no derechos. Los socialdemócratas, en principio, intentan subsanar la quiebra del Estado de Bienestar mediante esta política social. Ahora bien, esta política social tenía dos principios: la inserción laboral y la inclusión social. Sin embargo, dicha política económica (que solo en Francia iba unida a la RTT) se olvida de un hecho importantísimo: que el ser humano tiene dignidad y no precio. Aunque el precio se disimule bajo un deber: el deber a trabajar. Esta política continua presa de la ética calvinista y dentro de la lógica productivista, que nos impone un sistema económico que se basa en la explotación de la fuerza de trabajo. Al final las RMI caen en la trampa de la pobreza.

La burguesía ya hace tiempo que dejó de ser revolucionaria. Es una clase social senil y reaccionaria que no puede, ni quiere cumplir con los derechos democráticos por los que lucharon sus antecesores. En esta etapa senil el capitalismo quiere devolvernos a las relaciones capitalistas del siglo XIX, donde el obrero era simplemente un servido sin derechos que dependía totalmente del amo de la fábrica. 

Van Parijs distingue dos tipos de proyectos sobre la Seguridad Social: la impuesta por Otto von Bismarck(1883) “la protección social está fuertemente ligada al trabajo y al estatuto del asalariado”. Y por otra parte, la solidaridad que se ejerce entre asalariados (Beveridge). A partir de la postguerra se generaliza esta política. Sin embargo, la ruptura unilateral de dicho pacto por el neoliberalismo conlleva la individualización de las relaciones sociales y a la vez el rechazo del papel del sindicalismo.

Precisamente a partir de la década de los 90 es cuando en los países europeos se inicia determinadas experiencias para implementar este derecho a la RB. Un inciso, la RB no es derechas ni de izquierdas, y además, no tiene nada que ver con la práctica llevada a cabo en el Chile de Pinochet (impulsada por M. Friedman- tal y como pensaban dos ex dirigentes sindicales) que sirvió para evitar una implosión social. Sintomático es que aquella izquierda tradicional y determinado sindicalismo arremeta con uñas y dientes contra este derecho, mientras que todavía no se haya oído a ninguna de estas voces para arremeter y rechazar la llamada “Mochila austríaca” (otras de las ideas de M. Friedman) salida del Pacto entre el PP y C’s. En fin, cosas veremos.

Van Parijs desde su “liberalismo solidario”, con este derecho, pretendía refundar la solidaridad ante la crisis social y política. Pretende salvar el Estado de Bienestar mediante la RB: “se trata en otros términos de maximizar sosteniblemente la asignación universal bajo la obligación de una exigencia de solidaridad (entendida como diversidad no dominada) que impone, principalmente que todos puedan subsistir y que las personas obstaculizadas se beneficien de transferencias específicas”.

Hoy después de casi 40 años de hegemonía neoliberal y en una etapa en que se profundizan los recortes sociales y de derechos, podemos constatar que ya no volveremos al pacto keynesiano de postguerra. En la época de un nuevo proceso de internacionalización del capital (conocido como globalización capitalista) ya no es posible el pleno empleo tal y como se daba, La nueva “acumulación por desposesión” de este capitalismo senil ha conllevado una fuerza de trabajo mundializada que exige nuevos derechos que implementen una libertad real de los de abajo. Nuevos derechos basados en el apoyo mutuo. Si queremos una sociedad distinta hay que romper con la lógica productivista y con el productivismo, tanto de la burguesía, como el de una vieja izquierda que ha confundido el derecho al trabajo con esa ética que en el frontispicio de un campo de exterminio anunciaba que “el trabajo dignifica al hombre”. O el de aquél gulag que nos anunciaba que “el honor del hombre nuevo residía en el trabajo

Hoy ya no existe el derecho al trabajo, el capitalismo senil lo ha convertido en un deber. Y encima culpabiliza a aquél que no encuentra trabajo (asalariado). Es verdad que la RB no es más que un derecho (y ya es bastante), no es la panacea ni nadie afirma que tenga que sustituir al trabajo. Pero los defensores de la RB no confundimos el trabajo con el trabajo asalariado que está basado en la explotación y/o dominación de la Fuerza de Trabajo. Pero esto es otra cuestión. Lo único que se debe afirmar aquí es que el derecho a la RB es un instrumento de emancipación que debe ir ligado a dos políticas tradicionales de la izquierda: la RTT y el reconocimiento de un sindicalismo de clase. Es decir, otra política que tenga como eje la dignidad de los de abajo.

Javier Méndez-Vigo Hernández

Bibliografía:
Laurent Geffroy, Garantir le revenu. La Decouverte. MAUSS, Paris 2002
YannickVanderborht, Philippe Van Parijs, L’allocationuniverselle. La Decouverte, Paris 2005
Luis Sanzo González, La política de garantías de ingresos en Euskadi. Ekaina, Junio 2013
EguzkiUrteaga, Las políticas de Lucha contra la Pobreza y la exclusión en Francia: RMI, RSA, RGB. IX Simposio Renta Básica
Varios, Un salario social mínimo (garantizado) para todos. Zona Abierta 46/47. Madrid 1988


Monday, July 11, 2016

POBREZA Y CAPITALISMO SENIL (2)



“Al igual que la burguesía, la clase obrera posee una estructura interna compleja y que se mueve y se transforma todo el tiempo. Por eso habitan en su seno experiencias muy disimiles, aunque algunas se transforman en dominantes” [Eduardo Sartelli]

HACIA LA DEGRADACIÓN DEL TRABAJO
La década de los 80 y 90 del siglo XX inicia un proceso de discusión en la que la intelectualidad filosófica intenta convencernos de que entrábamos en el umbral de la era del  fin del trabajo”. Sin embargo, la realidad estaba invisibilizando de hecho un profundo ataque a las condiciones de vida del trabajador y un retroceso en los derechos sociales. La realidad, como ya vio ErnestMandel (Marx, la criseactuelle et l’avenir du travailhumain) la clase obrera no desaparecía, sino todo lo contrario sino “que su tendencia fundamental es la de un crecimiento de la clase obrera a nivel mundial y en todos los continentes…”. Lo que en la práctica sucedía no fue más que la aparición del paro de masas. En el mismo artículo se proponía una alternativa radical: una reducción radical a escala internacional de la semana de trabajo sin reducción salarial. Alternativa que iba a quedar hecha trizas al final del siglo XX. Todo lo dicho no se puede entender si no analizamos dos ejes de dicho último tercio de siglo
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La primera fue el asalto al Estado de Bienestar, o por decirlo de otra forma: la ruptura radical y unilateral  del pacto keynesiano de posguerra por parte de la burguesía internacional. Ruptura que comenzaría con los primeros gobiernos conservadores, tanto en los Estados Unidos como en Inglaterra. Pero esto no hubiera triunfado si la burguesía internacional no hubiera conseguido la hegemonía ideológica y política. Hecho conseguido con el “eurocomunismo” en los Partidos comunistas, o con el social- liberalismo o lo que conocemos como la Tercera Vía en los Partidos socialdemócratas. Triunfo ideológico que hizo que se cuestionara el papel de los sindicatos o incluso el concepto mismo de clase social. Desde dicha ideología se nos decía que la “lucha de clases había dejado de existir” [Al menos G. Soros lo tiene más claro cuando dice “que claro que la lucha de clases existe y que la están ganando”]

La segunda fue la derrota del estalinismo que a nivel geopolítico es el prólogo para una “geografía del caos”, que comienza con la desarticulación de Estados (como la Yugoslavia de  Tito) o la Unión Soviética. Desarticulación que va unida a una gran “acumulación por desposesión” o una gran expropiación. La propiedad estatal es apropiada por capitalistas privados o por la ex burocracia convertida en la nueva burguesía. Con dicha expropiación y con la entrada de China en el sistema capitalista, la burguesía internacional ha formado una fuerza de trabajo mundializado.
El capital busca al trabajo, pero a la vez construye su propio espacio geográfico. En los 80 en plena crisis la burguesía inicia una nueva división internacional del trabajo. Es la época que en España se inicia las primeras deslocalizaciones de empresas. Se inicia la “desisndustralización” de la Península Ibérica. A la vezse arremete desde la contratuactualidad central contra el movimiento obrero; por lo que desde la década de los 90 el sufrimiento social se ha convertido en algo cotidiano en las relaciones sociales.

Si nos remitimos al Reino de España, todo este proceso se ha dado en lo que hemos venido a denominar la Transición. Las distinta [contra]Reformas laborales han servido para transformar el capitalismo español. Hay que tener en cuenta el siguiente hecho: “desde el punto de vista de la lucha de clases, quedará claro que las medidas gubernamentales se han orientado del lado del capital contra el trabajo” [Encarna Ruiz Galacho]. Todas las reformas laborales han servido para erosionar las condiciones de vida del trabajo. Y fundamentalmente para introducir la “incertidumbre” y acabar con el trabajo fijo. Especial fue la introducción de las ETTs, empresas que introducen la precariedad y que supone un torpedo en la línea de flotación del sindicalismo.

POSTFORDISMO Y PARO DE MASAS

Con la llegada al Gobierno de Tatchert y Reagan los neoconservadores inician la contrarrevolución neoliberal, que les llevan a romper “unilateralmente” el pacto keynesiano de postguerra. Y lo hacen mediante o desde la contractualidad central. Dicha contractualidad conseguiría arrebatar la hegemonía ideológica a la izquierd. Desaparecen de la sociología términos como el de fuerza de trabajo, e incluso el de empresario.

Todo esto va acompañado de la recuperación de una práctica económica. Como bien dice David Harvey, el capital construye constantemente su propio “espacio geográfico”: No hay que olvidar que en dicha época coincide con el primer gobierno de Felipe González y con ministros como Carlos Sochaga. Una nueva división internacional del trabajo y el comienzo de las deslocalizaciones que, en el Reino de España comenzó con la siderurgia (AHV)
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La contractualidad central quebró las relaciones sociales e inició el ataque a las condiciones materiales y sociales del Movimiento obrero.Es la respuesta del movimiento obrero [de sus organizaciones] a las crisis del capitalismo y a este asalto al Estado de bienestar las que nos han traído hasta estos lares. Incluso las construcciones de nuestras relaciones laborales (en el Reino de España) o el contenido del Régimen del 78 han supuesto los cimientos de dichas relaciones. Hay que tener en la mente que la salida del Antiguo Régimen (la Dictadura franquista) se realiza bajo el paraguas de los ciclos del capital como son  1976- 1982 y 1982- 1987. Precisamente cuando el neoliberalismo realiza su ofensiva. ¿Por qué recordar esto? Por la sencilla razón de que es en dicha época cuando apareció la gran palabra que hasta el mismo Belinguer y el  Eurocomunismo aceptaron: Austeridad. Ya en aquella época un economista marxista como E. Mandel [“Le mouvementouvrierdevant la cise”] nos decía: “Asistimos desde entonces a una ofensiva de austeridad universal del gran capital contra los asalariados. El resultado probable de dicha ofensiva depende de la interacción entre cuatro factores: las relaciones de fuerza objetivas entre las clases; el nivel de organización, de competitividad y de consciencia de clase del proletariado, en el momento en que se desencadene dicha ofensiva (…); las relaciones de las organizaciones de masa del movimiento obrero, ante todo de los sindicatos, pero también de los partidos tradicionales de masa, las relaciones de fuerza en el seno del proletariado, entre los aparatos burocráticos de una parte, y la nueva vanguardia obrera que ha surgido de lsa luchas de los diez últimos años”.

El neoliberalismo transformó la empresa capitalista; las relaciones de producción y de clase. Comenzó el ataque a las condiciones materiales y sociales del proletariado. Sustituyó el modelo productivo fordista “rompiendo unilateralmente” el pacto keynesiano de postguerra. Su único objetivo fue el de derrotar al movimiento obrero, para lo que fue necesario que se pudiera erosionar y/ o terminar con los derechos sociales.

La empresa capitalista debía transformarse; para lo que era preciso el “individualizar” las relaciones sociales. Había que fijarse en el toyotismo japonés y en la teoría de los recursos humanos norteamericana. Se buscaba el “hombre flexible al servicio de la empresa. En la nueva empresa la colectividad (sindicato) debería dejar de existir o bien quedar reducido a la empresa; lo único que vale es el individuo. Por tanto, el contrato debería realizarse entre el individuo y el patrono. Pero en dicha relación individual siempre hay uno que tiene más fuerza que otro. Al fin y al cabo, todo queda transformado en una relación de poder. La empresa neoliberal nos conduce al despotismo.

Si nos remitimos al Reino de España nos encontraremos con el hecho de que todo el proceso que ha conducido a la individualización de la relación capital- trabajo, produciendo una tercerización del mercado de trabajo. Por otro lado, se ha profundizado una “financiarización de las relaciones salariales”. Todo el mercado de trabajo ha sido supeditado al paraguas de la flexibilidad que ha conllevado la “progresiva desregulación de las relaciones laborales y en la instalación en el mercado laboral de una “cultura de la precariedad” [Pilar Ortiz García, “Flexibilidad laboral en el mercado de trabajo español]

Para algunos economistas esto ha hecho que la reestructuración de la fuerza de trabajo española se encuentre condicionada por dinámicas sociotécnicasneotayloristas y, en menor medida, postfordistas. Todo lo dicho ha servido para disciplinar a la clase obrera, cosa que se ha conseguido al diseñar lo que hoy conocemos como trabajador flexible (disponible, disciplinado y con lealtad a la empresa); un trabajador que tiene un compromiso con la empresa y que puede llegar a compartir la misma cultura empresarial, que no es más que la competitividad a ultranza. Ahora bien, esto conllevaba la “derrota de la colectividad” y un retroceso (por no decir desaparición) de los derechos económicos y sociales.
Javier Méndez- Vigo