“El capital busca siempre acelerar la competencia entre los
trabajadores. Cuando no llega con el proceso de innovación, apela a la
inmigración: combate a sus obreros con los obreros extranjeros” [Eduardo Sartelli]
Releyendo a PièrreLarrouturou uno se puede
preguntar dónde están las grandes reivindicaciones y/o conquistas del
Movimiento Obrero del último cuarto de Siglo. En la década de los 80-90 los
gobiernos socialdemócratas, en particular en Francia hablaban del “Reparto de
Tiempo de Trabajo”; es decir de las 35
horas, sin olvidar que dicha propuesta iba vinculada a las Rentas
Mínimas de Inserción. Sin embargo, PièrreLarrouturou
pedía incluso salir de las 35 horas y defendía la “semana de cuatro días”. Para
Pièrre“era necesario reducir el número de
las jornadas trabajadas y no solamente el número de horas”
Hacia
el Paro de Masas
El caso español es
fundamental para adentrarnos en la problemática actual. La década de los
ochenta es la década de afianzamiento de nuestro Estado de Bienestar y de
nuestra entrada en la Unión Europea y por tanto en el mercado internacional.
Primero hay que partir del hecho de que el EB se construye mediante un “pacto”
entre el Antiguo Régimen y los Partidos de la Izquierda tradicional (la socialdemocracia
y el Eurocomunismo),
de dicho pacto sale el régimen del 78
y un EB débil. Y la entrada en la UE se realiza en medio de una crisis
económica y en el momento en que en Europa se produce una nueva “división
social del trabajo”. Dicha división tenía como objetivo la
“desindustrialización” de España. Son los años del Gobierno Solchaga, cuando se
cierran los AHM.
La revista Comunismo de la ex LCR tiene varios artículos que describen perfectamente lo que
estamos diciendo. Simplemente me interesa destacar uno en el que habla sobre
las “reestructuraciones sectoriales” donde se decía que “todas las reestructuraciones sectoriales suponen para los trabajadores,
desempleo, congelación salarial, movilidad de plantilla, aumentos de
productividad, etc. En este sentido, los trabajadores no deben caer en la
trampa que le tiende la patronal y las direcciones reformistas de los
sindicatos y que lleva a embellecer los planes de reestructuración sectoriales
como más racionales, más humanos, et.” [Comunismo nº6]
Nuestro EB se
constituye precisamente en el momento en el que los dos primeros gobiernos
neoconservadores y neoliberales iniciaban el asalto a las conquistas sociales y
al debilitamiento del EB a nivel internacional. Aún tendría que pasar algo
crucial desde nuestro punto de vista, que ocurriría en la década de los 90: la derrota del estalinismo. Derrota que
supondría una quiebra ideológica; pero que ha sido importantísima para que el
capitalismo iniciara una nueva fase de internacionalización. Derrota que
conllevaba dos objetivos a cumplir: 1)
una apropiación ilimitada de los recursos posible gracias a la privatización
de la propiedad colectiva, 2)
y como resulta de lo dicho una creación de una fuerza de trabajo mundializada.
Hechos que permiten a principios de este siglo el tener un “ejército de reserva” inmenso.
Pero además, en la
década de los 90, quedaba un nuevo impulso: los Tratados de Libre Comercio (los antecedentes del TTIP). Todo esto, como dicen algunos
economistas, ha transformado profundamente la estructura económica de los
países capitalistas; creando además una nueva clase obrera. Estos Tratados han
servido, y no tienen por qué dejar de hacerlo en una asalaración de otras capas. Hablando de México después de la firma
en los 90 del Tratado del Libre Comercio
“la tasa de salarización (la proporción de asalariados en el empleo) aumenta de
forma continua, pasando del 33% al 42% en el curso de los últimos 20 años”.
Pero para llegar a este hecho es preciso la “colaboración de clases”. Siguiendo
el ejemplo de México nos encontramos con que “la clase obrera, si bien
protagonizó luchas locales contra la ofensiva neoliberal, vio como pasaba por
encima la aplanadora neoliberal con la complicidad de sus direcciones” [Jimena Vergara, La clase oculta]
El objetivo de todas
estas políticas ha supuesto la desaparición de la “clase media”, es decir la creciente proletarización de la población
mediante rebajas salariales se consigue que aquellas capas que vivían bien
acaben teniendo las mismas condiciones de trabajo que la de la clase
trabajadora. Y esta política se comenzó a compartir por parte de los Gobiernos
de Felipe González.
Una
Sociedad posfordista; ¡hacia los salarios bajos!
Un cambio en el modelo
productivo, un nuevo tipo de empresas, pero al mismo tiempo había que terminar
con las conquistas sociales. Y en esto ha tenido que ver mucho los aspectos
institucionales. Es decir, que ha sido preciso que la reseestructuración
productiva tenga el soporte institucional. Desde el liberalismo económico y
desde el neoliberalismo se nos dice que los individuos “se contratan
libremente” en el mercado. El neoliberalismo ha ido todavía más lejos.
Partiendo de una lógica malthusiana
pervierte el lenguaje. Su gran triunfo (lo digo por el hecho de que ha hecho
mella en la ideología socialdemócrata, convirtiendo a la dirección en social-liberal) ha sido instaurar una neolengua sustituyendo los términos del
lenguaje marxista. Ya no se habla de fuerza de trabajo; sino que el
neoliberalismo habla de capital humano
y dice que precisamente dicho capital es su propiedad. Ahora bien el capital arriesga cuando va al mercado;
sin embargo el capital humano (la
fuerza de trabajo) no arriesga, ya que a veces se acomoda al vivir del Estado.
Conclusión: dicho capital humano juega con ventaja y por consiguiente hay que
quitarle dicha ventaja para que arriesgue.
Lo que olvida dicha
ideología conservadora es que las relaciones son asimétricas no se producen en igualdad. Sino que lo mismo que se da
una contractualidad interindividual
entre el capital y el trabajador, existe también una contractualidad central que positiviza y sanciona las leyes que
estructuran el mercado de trabajo y al mismo tiempo estructuran las sociedades
capitalistas. ¡Una vez envuelta la realidad en una nueva ideología! Se puede
dar una vuelta de tuerca en la explotación. Y es lo que se hace con el postfordismo
En el Estado español
nos hemos encontrado que a lo largo del último cuarto de siglo nos hemos
convertido en una sociedad de servicios,
basada en el trabajo flexible y en la
temporalidad de los contrataos. Una forma sibilina por parte de la patronal ha
sido el introducir la subcontratas. Pero para esto fue necesario (desde la
contractualidad central) el institucionalizar la “nueva trata de personas”: las
ETTs.
Hay que tener en cuenta
el hecho que el pacto keynesiano de postguerra supuso una serie de derechos y
una economía basada en la cogestión;
lo cual hacía que se caminara hacia una sociedad de pleno empleo. El trabajador
se encontraba en una situación “segura”, donde si alguna vez caía en paro era
por problemas técnico y tenía la vida asegura. Sin embargo, lo que ha venido a
denominarse la “acumulación flexible”
[David Harvey] que la economía se
enfrente con las rigideces del fordismo y se apela a la flexibilidad laboral y esto “implica altos niveles de desempleo estructural y reconstrucción
de calificaciones, módicos aumentos (si los hay) en el salario real y el retroceso del poder sindical” [David Harvey,La condición de la posmodernidad]. Desde el Estado (las distintas
[contra]reformas se establece la subcontratación
organizada para repartir la miseria y para rebajar el salario. Con lo que
se lanza un torpedo a la línea de flotación de las relaciones de producción que
se daban en el fordismo. Lo que ahora se necesita es el trabajador por horas e
incluso el trabajo contratado a cero horas (es decir a disposición total de
laempresa)
En el Estado español
esto se consigue el las [contra] reformas llevadas a cabo a lo largo de la
década de los noventa. A partir de lo dicho se consigue un mercado de trabajo dualizado lo que lleva al riesgo de pobreza yexclusión social. Desde entonces estamos en un ciclo cerrado donde
las políticas se retroalimentan. Las distintas reformas de esta década
pretendían crear empleo. Pero era empleo adecuado a las condiciones de la
política económica neoliberal, lo que conllevaba la desregulación del mercado de trabajo mediante la instauración de
una cultura de la precariedad y una progresiva individualización de las
relaciones laborales
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