“Al
igual que la burguesía, la clase obrera posee una estructura interna compleja y
que se mueve y se transforma todo el tiempo. Por eso habitan en su seno
experiencias muy disimiles, aunque algunas se transforman en dominantes” [Eduardo Sartelli]
HACIA LA
DEGRADACIÓN DEL TRABAJO
La
década de los 80 y 90 del siglo XX inicia un proceso de discusión en la que la
intelectualidad filosófica intenta convencernos de que entrábamos en el umbral
de la era del “fin del trabajo”. Sin embargo, la realidad estaba invisibilizando
de hecho un profundo ataque a las condiciones de vida del trabajador y un
retroceso en los derechos sociales. La realidad, como ya vio ErnestMandel (Marx, la criseactuelle et
l’avenir du travailhumain) la clase obrera no desaparecía, sino todo lo
contrario sino “que su tendencia fundamental es la de un crecimiento de la
clase obrera a nivel mundial y en todos los continentes…”. Lo que en la
práctica sucedía no fue más que la aparición del paro de masas. En el mismo artículo se proponía una alternativa
radical: una reducción radical a escala
internacional de la semana de trabajo sin reducción salarial. Alternativa
que iba a quedar hecha trizas al final del siglo XX. Todo lo dicho no se puede
entender si no analizamos dos ejes de dicho último tercio de siglo
:
La
primera fue el asalto al Estado de Bienestar, o por decirlo de otra forma: la ruptura radical y unilateral del pacto keynesiano de posguerra por parte de
la burguesía internacional. Ruptura que comenzaría con los primeros gobiernos
conservadores, tanto en los Estados Unidos como en Inglaterra. Pero esto no
hubiera triunfado si la burguesía internacional no hubiera conseguido la hegemonía ideológica y política. Hecho
conseguido con el “eurocomunismo” en
los Partidos comunistas, o con el social-
liberalismo o lo que conocemos como la Tercera
Vía en los Partidos socialdemócratas. Triunfo ideológico que hizo que se
cuestionara el papel de los sindicatos o incluso el concepto mismo de clase
social. Desde dicha ideología se nos decía que la “lucha de clases había dejado
de existir” [Al menos G. Soros lo tiene más claro cuando dice “que claro que la
lucha de clases existe y que la están ganando”]
La
segunda fue la derrota del estalinismo que a nivel geopolítico es el prólogo
para una “geografía del caos”, que comienza con la desarticulación de Estados
(como la Yugoslavia de Tito) o la Unión
Soviética. Desarticulación que va unida a una gran “acumulación por desposesión” o una gran expropiación. La propiedad estatal es apropiada por
capitalistas privados o por la ex burocracia convertida en la nueva burguesía.
Con dicha expropiación y con la entrada de China en el sistema capitalista, la
burguesía internacional ha formado una fuerza
de trabajo mundializado.
El
capital busca al trabajo, pero a la vez construye su propio espacio geográfico. En los 80 en plena
crisis la burguesía inicia una nueva división internacional del trabajo. Es la
época que en España se inicia las primeras deslocalizaciones de empresas. Se
inicia la “desisndustralización” de la Península Ibérica. A la vezse arremete desde
la contratuactualidad central contra el movimiento obrero; por lo que desde la
década de los 90 el sufrimiento social
se ha convertido en algo cotidiano en las relaciones sociales.
Si
nos remitimos al Reino de España, todo este proceso se ha dado en lo que hemos
venido a denominar la Transición. Las distinta [contra]Reformas laborales han servido para transformar el capitalismo
español. Hay que tener en cuenta el siguiente hecho: “desde el punto de vista de la lucha de clases, quedará claro que las
medidas gubernamentales se han orientado del lado del capital contra el trabajo”
[Encarna Ruiz Galacho]. Todas las
reformas laborales han servido para erosionar las condiciones de vida del
trabajo. Y fundamentalmente para introducir la “incertidumbre” y acabar con el
trabajo fijo. Especial fue la introducción de las ETTs, empresas que introducen la precariedad y que supone un
torpedo en la línea de flotación del sindicalismo.
POSTFORDISMO Y PARO
DE MASAS
Con
la llegada al Gobierno de Tatchert y
Reagan los neoconservadores inician
la contrarrevolución neoliberal, que les llevan a romper “unilateralmente” el
pacto keynesiano de postguerra. Y lo hacen mediante o desde la contractualidad central. Dicha
contractualidad conseguiría arrebatar la hegemonía ideológica a la izquierd.
Desaparecen de la sociología términos como el de fuerza de trabajo, e incluso
el de empresario.
Todo
esto va acompañado de la recuperación de una práctica económica. Como bien dice
David Harvey, el capital construye
constantemente su propio “espacio
geográfico”: No hay que olvidar que en dicha época coincide con el primer
gobierno de Felipe González y con
ministros como Carlos Sochaga. Una
nueva división internacional del trabajo y el comienzo de las deslocalizaciones que, en el Reino de
España comenzó con la siderurgia (AHV)
.
La
contractualidad central quebró las relaciones sociales e inició el ataque a las
condiciones materiales y sociales del Movimiento obrero.Es la respuesta del
movimiento obrero [de sus organizaciones] a las crisis del capitalismo y a este
asalto al Estado de bienestar las que nos han traído hasta estos lares. Incluso
las construcciones de nuestras relaciones laborales (en el Reino de España) o
el contenido del Régimen del 78 han supuesto los cimientos de dichas
relaciones. Hay que tener en la mente que la salida del Antiguo Régimen (la
Dictadura franquista) se realiza bajo el paraguas de los ciclos del capital
como son 1976- 1982 y 1982- 1987.
Precisamente cuando el neoliberalismo realiza su ofensiva. ¿Por qué recordar
esto? Por la sencilla razón de que es en dicha época cuando apareció la gran
palabra que hasta el mismo Belinguer
y el Eurocomunismo aceptaron: Austeridad.
Ya en aquella época un economista marxista como E. Mandel [“Le mouvementouvrierdevant la cise”] nos decía:
“Asistimos desde entonces a una ofensiva
de austeridad universal del gran capital contra los asalariados. El
resultado probable de dicha ofensiva depende de la interacción entre cuatro
factores: las relaciones de fuerza objetivas entre las clases; el nivel de
organización, de competitividad y de consciencia de clase del proletariado, en
el momento en que se desencadene dicha ofensiva (…); las relaciones de las
organizaciones de masa del movimiento obrero, ante todo de los sindicatos, pero
también de los partidos tradicionales de masa, las relaciones de fuerza en el
seno del proletariado, entre los aparatos burocráticos de una parte, y la nueva
vanguardia obrera que ha surgido de lsa luchas de los diez últimos años”.
El
neoliberalismo transformó la empresa capitalista; las relaciones de producción
y de clase. Comenzó el ataque a las condiciones materiales y sociales del
proletariado. Sustituyó el modelo productivo fordista “rompiendo
unilateralmente” el pacto keynesiano de postguerra. Su único objetivo fue el de
derrotar al movimiento obrero, para lo que fue necesario que se pudiera
erosionar y/ o terminar con los derechos sociales.
La
empresa capitalista debía transformarse; para lo que era preciso el “individualizar” las relaciones sociales.
Había que fijarse en el toyotismo japonés y en la teoría de los recursos humanos norteamericana. Se
buscaba el “hombre flexible al servicio de la empresa. En la nueva empresa
la colectividad (sindicato) debería dejar de existir o bien quedar reducido a
la empresa; lo único que vale es el individuo. Por tanto, el contrato debería
realizarse entre el individuo y el patrono. Pero en dicha relación individual
siempre hay uno que tiene más fuerza que otro. Al fin y al cabo, todo queda
transformado en una relación de poder.
La empresa neoliberal nos conduce al despotismo.
Si
nos remitimos al Reino de España nos encontraremos con el hecho de que todo el
proceso que ha conducido a la individualización de la relación capital- trabajo,
produciendo una tercerización del mercado de trabajo. Por otro lado, se ha
profundizado una “financiarización de las
relaciones salariales”. Todo el mercado de trabajo ha sido supeditado al
paraguas de la flexibilidad que ha
conllevado la “progresiva desregulación de las relaciones laborales y en la
instalación en el mercado laboral de una “cultura
de la precariedad” [Pilar Ortiz García, “Flexibilidad laboral en el mercado
de trabajo español]
Para
algunos economistas esto ha hecho que la reestructuración de la fuerza de trabajo
española se encuentre condicionada por dinámicas sociotécnicasneotayloristas y,
en menor medida, postfordistas. Todo lo dicho ha servido para disciplinar a la clase obrera, cosa que
se ha conseguido al diseñar lo que hoy conocemos como trabajador flexible (disponible, disciplinado y con lealtad a la
empresa); un trabajador que tiene un compromiso con la empresa y que puede
llegar a compartir la misma cultura empresarial, que no es más que la
competitividad a ultranza. Ahora bien, esto conllevaba la “derrota de la
colectividad” y un retroceso (por no decir desaparición) de los derechos
económicos y sociales.
Javier Méndez- Vigo
No comments:
Post a Comment